— ¿Y la bondad?
— La bondad puede estar en cualquier parte y posee la maravillosa capacidad de contagiarse.
— ¿Y la necedad? — Pienso y al rato respondo:
— La necedad te hace perpetuo.
— ¿Y la cobardía?
— La cobardía se asienta en la sombra, huye ante el desafío y a veces es fácil de disfrazar, pero si la dejamos echar raíces, nos puede esclavizar al alma.
— ¿Y la ambición?
— La ambición es capaz de consumirlo todo a su paso con tal de llevarte a la cúspide soñada, será buena o mala dependiendo de lo que estés dispuesto a incinerar en el camino.
— ¿Y la envidia?
— La envidia. Eso… es un veneno insidioso que se arrastra bajo la piel. Una magia extraña que consume desde adentro. Una raíz espinosa que nace en los ojos y se extiende a la boca pinchando la lengua hasta hacerla sangrar. Alma en decadencia y mente en llamas.
— ¿Y la soledad?
— ¿Y si dormimos?