En 2008, durante un viaje a un lugar considerado un portal en el sur de Colombia, llamado San Agustín (Ullumbe para las comunidades originarias), tuve visiones llenas de símbolos tan antiguos como el universo mismo. Una de ellas era una cruz latina en 3D, vista desde abajo en un plano contrapicado, hecha de un metal oscuro y opaco, flotando y girando en su propio eje bajo un cielo despejado.
Pasé mucho tiempo desconcertada, tratando de desentrañar los secretos que ese símbolo, evidentemente cristiano excepto por su factor 3D, ocultaba. Hasta hace poco, descubrí que podría tener un nuevo sentido más allá de la religión. Se trata de una representación del hipercubo o teseracto, una forma geométrica derivada de teorías matemáticas que parece abordar el problema de la cuarta dimensión, es decir, un cubo que representa todas sus posiciones a lo largo del tiempo.
Es una figura ideal, ya que es imposible materializarla bajo las leyes tridimensionales que nos rigen. ¿Qué otros secretos creen que encierra esta forma?